domingo, mayo 01, 2011

Primer informe germánico

Bien… Como todavía no tengo red, estoy redactando esto en Word para tenerlo listo y subirlo una vez que me haga de una conexión. Además ahora tengo un adaptador de enchufe para el notebook, así que no tengo que temer quedarme sin batería.

Al grano; partamos por el viaje.

El miércoles me levanté bien temprano para ducharme, desayunar y repasar mi equipaje con calma. Además así podía alcanzar a despedirme de mis primos y mi tío Javier, que salen a primera hora. Pasadas las 8 de la mañana salí con mi tía Rochi hacia el aeropuerto y llegamos con holgura. Nos despedimos, le pasé mi celular para que o enviara de regreso a Valdivia y ahí quedé… Literalmente, porque el mesón de TAM tenía menos vida que un cementerio. De hecho, había todo una majamama con respecto de la hora de salida y abordaje del vuelo, porque como acá no han cambiado la hora, se había armado un tongo con los números. Por suerte solamente era a nivel del papel y no práctico, pero era gracioso ver que salía “hora de salida 12:30” y “hora de abordaje 13:00”.

Una vez hecho todo el mambo del check-in, policía internacional y esas cosas, por fin pude pasar al fascinante mundo de la zona muerta que llaman duty free. Y es que, cuando no eres un tipo con poder adquisitivo, todo lo que puedes hacer es vegetar por ahí y mirar las cosas que no puedes comprar. En mi caso, me tomé un café y una dona con el único propósito de poder conectarme a internet antes de abordar. Luego me fui a hacer hora frente a la puerta de embarque mientras se empezaba a acumular gente. Como nunca falta la gente que está más desorientada que uno, terminé ayudando a una señora con pinta de “bisagra” que iba a ver a sus hijos a Noruega. De hecho, terminamos volando juntos (a unos asientos de distancia) hasta Frankfurt y como la señora no daba una con otra cosa que el castellano, hice de lázaro en Sao Paulo y Frankfurt.

Debo decir que, si bien las azafatas son densas y parecen travestis, en TAM se viaja bastante cómodo. Los asientos son decentes para clase económica y tienen cada uno su propio monitor. Al principio me fui mirando la cámara de proa del avión, luego quise ver True Grit … pero no tenía subtítulos y había demasiada bulla para entender esos acentos westerngringos. Me cambié a ver la última de Harry Potter (el acento británico se entiende mejor en un avión), pero no alcancé a terminarla.

En Sao Paulo hubo que moverse rápido, porque había como media hora de diferencia entre bajarse y abordar de nuevo. De hecho, cuando llegué a la puerta ya estaban entrando, así que piola… súper eficiente. Como el aeropuerto es bastante feo igual no creo haberme perdido nada.

Lufthansa… por dónde partir. LOL. Los asientos son la wea más incómoda que he tenido la desgracia de ocupar (sin contar los del Cervantes). El problema no es tano mientras todo comienza, sino cuando tratas de dormir. ¡Imposible! Más encima los controles de mi audio estaban malos, así que no podía escuchar nada de nada en los canales que ofrecen a bordo. Uno de los azafatos (que milagrosamente no parecía gay, sino soldado alemán de asedio a Stalingrado) dijo que iban a ver si lo arreglaban… era mentira T_T. Al final terminé pechándole el audio a mi vecino (una pareja de brasileños que no paraban de sorbetearse los mocos con fanfarrias épicas).

Una de las cosas que me llamó mucho la atención fue la cantidad de niños a bordo. No sé si tiraron a toda la gente con cabros chicos a nuestra sección, pero estaba repleto. Había de todo, desde mierdas llorones, hasta pendejos piolísimos. Por supuesto, los llorones fueron otro factor para no dormir mucho.

En general todo estuvo bien Ok en Lufthansa. Incluso las aeromozas eran gente y de los tipos milagrosamente solo uno tenía pinta del típico alemán hueco… y era cuático, porque era como una mezcla entre He-Man y Kiltro, pero medio amanerado. LOL permanente. Otra cosa freak fue ir viajando en un vuelo alemán, hacia Alemania, escuchando un canal de audio con música japonesa de los 70-90 con grandes éxitos como “Yamato” o “Sobakasu” y presentados en japo.

Llegando a Frankfurt le di sus últimas indicaciones a la señora que seguía hacia Oslo como en 5 horas e hice de mini guía a unas uruguayas que tenían que hacer hora para seguir a Tel-Aviv. Luego a buscar la estación de trenes. Por suerte tenía tiempo de sobra, así que todo con calma. Lamentablemente nunca pude encontrar un lugar para conectarme a internet. La conectividad acá en Alemania es como el orto… En la estación de trenes había red, pero es de de la DB (ferrocarriles alemanes) y había que pagar con tarjeta o cuenta. Los sucuchos no tenían red y al final decidí no hinchar más y me fui a esperar el tren. Ahí, me topé con una canadiense que estaba medio desorientada y muerta de hambre, así que le convidé un poco de chocolate y conversamos.

Como siempre ha sido, viajar en tren es de lo mejor, sobre todo en Alemania. El ICE puede no ser exactamente el más barato de los ferrocarriles, pero es tan rápido y silencioso que da gusto viajar. Tiene todas las ventajas de la velocidad, tiene asientos cómodos y puedes ver los lugares por los que viajas… y llega justo a tiempo. Lo malo es que, como no pude dormir ni una wea en el avión, me iba quedando dormido… pestañadas largas, diría Kiltro.

Lo gracioso fue al llegar a Freiburg. Como no tenía más que una vaga idea de las distancias y las ubicaciones, decidí cortar por lo sano y pescar un taxi hacia la oficina del Studentenwerk (la organización estudiantil que administra los dormitorios). Tenía que ir antes de las 5 para recoger mi llave o me quedaba en la calle, así que no había que arriesgarse. Vi un taxi, lo tomé y el taxista estereotipadamente inmigrante-del-medio oriente al que no se le entiende mucho en el idioma que sea que te hable, poco menos que se enoja con migo por ir a un lugar tan cerca… hahahaha… weon gruñón. Pero de ahí cachó que yo no le iba a entender ni una wea y se puso menos denso.

Llegue al Studentenwerk, fui a hablar con la (según yo señora, pero no era mayor que yo) encargada de los dormitorios, solamente para que me dijera que la llave la tenía que retirar en información (que es de donde me habían mandado hacia ella). No pude tampoco pagarle la renta y el depósito, porque había cerrado la caja… la caja que ella misma administra, con ella presente… pero la caja ya estaba cerrada. Estos burócratas alemanes jajaja (así que me toca volver el martes para pagar).

Cansado como mula, con los brazos como dos metros más largos por andar tirando de la maleta, me dispuse a tomar la Strassenbahn (tranvía) para ir a mi nuevo hogar. Claro, si se puede llamar hogar a un lugar completamente pelado… Una cama, un colchón, un armario, tres sillas (de diferentes tipos, para todo uso), una mesa, basureros, escobas, etc. Pero ninguna olla, ningún cubierto ni plato. Curioso que estos alemanes no piensen en ese tipo de cosas que hasta la cabaña más ordinaria tiene en Chile. Al menos había ropa de cama y una almohada.

El lugar en si es re piola. Es un edificio de departamentos en medio de una especie de barrio de estudiantes. Deben ser por lo bajo unos 10 edificios de diferentes tipos y capacidades; algunos con departamentos individuales independientes (como el mío) y otros con pisos compartidos. Lo mejor es que la StuSie (Stdentensiedlung, población de estudiantes) está al lado de un precioso parque con una laguna. Y con “al lado” me refiero que está prácticamente EN el parque.

El edificio que me tocó me da la impresión de ser como el más piola. Como que la gente no interactúa mucho y está lleno de familias como del medio oriente, india (o por ahí) y chinorris. De hecho, toda la ciudad está llena de chinorris y negros. Paseando por ahí es más fácil oír mandarín que alemán o inglés. En los negocios lo mismo, lleno de gente de “algún lado”. Es extraño el contraste que se da con Chile. Uno realmente se da cuenta de que allá se vive en una burbuja muy homogénea. Ese ambiente cosmopolita es interesante.

Como el primer día llegué relativamente tarde no pude hacer mucho más luego de dejar mis cosas en el departamento. Me fui caminando hasta el centro para tomar conciencia de las distancias y compré algunas cosas como cereal y leche (porque puedes comerte eso con la mano y tomarlo de la caja… sin plato, ni cuchara). También busqué los edificios que iba a tener que visitar si o si, como la rectoría de la Universidad o el edificio de sociología. Claro, estaban cerrados, pero ya sabría donde quedan.

Recién al día siguiente pude empezar a hacer mis trámites. Me levanté como a las 6 de la mañana tomé mi desayuno de campeones (natur y leche) y partí a la U. El fascinante mundo de la burocracia universitaria alemana no creo que le interese a nadie, así que no profundizaré en ello. Lo bueno es que en eso me encontré con algunos de mis compañeros del programa. Una gringa y una chica de Latvia que (por un subprograma con la U de Bolonia) ya habían hecho los dos semestres fuera y ahora llegaban a Alemania, una chica de Suiza y el otro chileno (Víctor). Es curioso, lo último que me esperaba era ponerme a hablar en chileno en medio del proceso de matrícula.

El resto del día me lo pasé entre trámites ante las autoridades municipales (aún me falta el de extranjería) y la búsqueda de implementos para mi vida diaria (llámese olla, sartén, plato, comida, etc.). Algunas de las cosas las encontré, otras no. Por suerte pille los dos aliados de todo buen “menos favorecido”: una tienda e porquerías chinas baratas y una especie de casa & ideas. Lamentablemente ésta última tienda no tenía ollas más baratas de las que había pillado en una tienda tipo falabella. Reflexionando, ese es un problema de un país con altos estándares de vida… cuesta encontrar cosas baratas, porque casi todo es de buena calidad. ¿Dónde están los aluminios el mono cuando los necesitas? Pero bueno… ahora, tras unos días ya puedo decir que tengo una base decente para sobrevivir. Es más, hoy (domingo) ya me pude cocinar mi propia comida. Previendo que el domingo 1 de mayo no iba a haber nada abierto, me hice de ingredientes y utensilios a tiempo. El menú: arroz con salchichas de ave. Curiosamente las salchichas de ave acá tienen sabor a salchichas normales… y de las ricas.

Así están las cosas. Las clases parten el martes. El lunes tengo que terminar algunos trámites como ir a extranjería (para que me den recién una hora) o ir a abrir mi dichosa cuenta en el banco; cosa que no había hecho antes porque preferí averiguar bien en cual me convenía (hay como mil). También voy a comprar un pase de semestral para la locomoción pública. Tengo hartas ganas de conseguir una bicicleta, pero no es prioridad aún. Esta ciudad es el paraíso de los ciclistas. Solamente en este edificio debe haber más de 300 bicis estacionadas abajo. Hay más cicliovías que calles y nadie está interesado en robárselas. De hecho, el sábado hubo una subasta de bicis, pero me pareció que estaban caras para lo que eran. Quizá me conviene arrendar una por 10 euros mensuales. También tengo que ver si comprarme un celular prepago para tener un número telefónico acá. Me dijeron que salía 14 euros uno con carga inicial y todo… no suena mal. En todo caso, la prioridad (aparte del banco) va a ser el internet. No puedo estar tomando café en Starbucks todos los días ara pechar red y la red “abierta” de la que me he podido colgar acá en el departamento no es segura (y me tienden a desconectar… quizá me cacharon).

El domingo, como no había nada “útil” que hacer, aproveché de conocer los alrededores de la StuSie. Me di una vuelta casi completa por el Seepark (el parque con laguna que ha aquí al lado). Es muy bonito, lleno de cosas interesantes y con muchos senderos para recorrer. Entro las cosas curiosas que hay, están las canchas en que tienes por un lado a los alemanes jugando fútbol y, por el otro a los indios jugando cricket (con trajes blancos y todo). También había un partido de fútbol con un 99% de negros… todos hablando en quizá que wea de idioma. Lo más gracioso, sin embargo, eran unos locos que estaban en el parque jugando un juego que le habría encantado a Kiltro. Dos equipos (4 tipos cada uno), uno en cada extremo (como a 10 o 15 metros). En el centro un saco con algo y un podio pequeño detrás de cada equipo. Cualquiera diría que el objetivo es alcanzar el saco y llevarlo hasta el podio contrario… si, así es, pero la gracia es que antes e poder atrapar el saco tienes que matar a tus rivales. Si, matarlos, porque los tipos van armados con armas “medievales” de espuma, corren gritando hacia el lado contrario y se enfrentan a los oponentes. ¡Uno de los compadres tenía un morningstar de espuma! Es como Locnor 2.0.

Mientras paseaba por el parque se ponía a llover y salía el sol a cada rato. El tiempo ha estado bien weón los últimos días. Espero que se arregle. No es la gracia andar acarreando parca para luego cagarse de calor cosas así. En todo caso, la ciudad en si es genial. Medievalísima. Hay casas antiguas por todos lados, gárgolas, iglesias medievales y todo el casco antiguo está atravesado por los “bächle”, unos canales que parten de las decenas de fuentes que hay y guían las calles y callejuelas. El edificio donde funciona el departamento de sociología y el programa de magister era, de hecho, la iglesia de la universidad; y se nota (tiene gárgolas y weas). El programa en si tiene su hogar en el ático, así que es completamente genial. Para más remate, ¿qué cosa más freak que organizar la fiesta de bienvenida al programa en el ático de una antigua iglesia convertida en edificio universitario?

Bueno… por ahora eso sería todo. Mañana me toca levantarme temprano para finiquitar todo lo que pueda. Si me va bien, hasta podría tener por fin mi internet y dejar de estar “al otro lado del mundo”.

(De ahí con tiempo le pongo unas fotos a la entrada de blog)

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