martes, octubre 30, 2007

Reflexiones ñoñas

Hace unos días (que frase más inútil, si se piensa que esto podría leerlo alguien en muchos meses más… pero me gusta) caminaba con una antigua amiga por el centro de Santiago mientras conversábamos. Hace muchos años que no nos habíamos visto, pero manteníamos contacto de vez en cuando por Messenger. Si bien ella es bastante menor que yo, por las vicisitudes de la lejanía geográfica y la consabida centralización chilena, ella se crió como una “otaku” a la antigua. A Chiloé tardaron en llegar las comodidades a las que otros recién iniciados en el mundo de la animación japonesa tienen acceso de manera tan natural ahora. Así como a muchos de mi generación y sobre todo a los pioneros de la generación anterior a la mía, a ella le tocó rasguñar bajo las piedras para conseguir un VHS grabado de otro VHS, que a su vez era la copia pirata de algún VHS doblado en un horrible español de España. Ni hablar de ser quisquilloso; se veía lo que se podía conseguir, después se podía uno dar el lujo de decir “puta la wea mala”. Lo mismo con los mangas, aún más difíciles de conseguir. Si por un golpe de suerte uno lograba ponerle las manos encima a cualquier número de algo, eso pasaba a constituirse en un tesoro privilegiado en el mejor estante de la pieza.

¿Cuál es mi punto? No es mi intención hacer una especie de reclamo o ponerme, como los viejos (que al fin y al cabo todos seremos algún día) a reclamar por lo mal que están los jóvenes (o los otakus) de hoy. Es sólo que mi amiga encarna algo que no le corresponde por su edad. Podríamos decir que ella es una especie de fósil viviente, que destaca entre sus compañeros porque no es igual a ellos. Claro, es muy visual para vestirse, cosa que en mi generación aún nadie se atrevía a hacer, también se mueve con soltura en el politizado mundillo frikki de hoy (sobre todo en Santiasco)… pero hay algo que la distingue, y yo creo que es una mirada crítica, observadora, quizá un poco tendiente a la frustración con lo que observa en estos días. Es una mirada que nace de la gente a la que algo les costó, pero finalmente lo obtuvieron; la mirada que valora lo que tiene, en vez de andarse con pendejadas propias de los malcriados en la opulencia.

Quienes me conocen saben que no lo digo por creerme superior, ni por pensar que tengo una posición más elevada en alguna imaginaria pirámide trófica del frikismo, pero estoy bastante chato de los tontakus. De sus peleas miserables y mezquinas, de su ignorancia (que se niegan a superar, porque el ignorante no es malo, mas si lo es el que se niega a aprender) y su poserismo. Me alegró saber que aún andan por ahí algunos, sobre todo algunas muy jóvenes (creo que eso no sonó bien… º_ºU), que aún mantienen en alto el espíritu que me atrajo a tratar de ser otaku, de esos que, como los que el estudio Gainax tan bien retrató en “Otaku no Video”, se apasionaban con lo que hacían de manera honesta y comprometida.

Fue un agrado volver a verte Victoria, sobre todo porque has llegado a ser una buena persona, más allá de toda la chorrada que escribí ahí arriba ^__^.