Reflexiones ñoñas
¿Cuál es mi punto? No es mi intención hacer una especie de reclamo o ponerme, como los viejos (que al fin y al cabo todos seremos algún día) a reclamar por lo mal que están los jóvenes (o los otakus) de hoy. Es sólo que mi amiga encarna algo que no le corresponde por su edad. Podríamos decir que ella es una especie de fósil viviente, que destaca entre sus compañeros porque no es igual a ellos. Claro, es muy visual para vestirse, cosa que en mi generación aún nadie se atrevía a hacer, también se mueve con soltura en el politizado mundillo frikki de hoy (sobre todo en Santiasco)… pero hay algo que la distingue, y yo creo que es una mirada crítica, observadora, quizá un poco tendiente a la frustración con lo que observa en estos días. Es una mirada que nace de la gente a la que algo les costó, pero finalmente lo obtuvieron; la mirada que valora lo que tiene, en vez de andarse con pendejadas propias de los malcriados en la opulencia.
Quienes me conocen saben que no lo digo por creerme superior, ni por pensar que tengo una posición más elevada en alguna imaginaria pirámide trófica del frikismo, pero estoy bastante chato de los tontakus. De sus peleas miserables y mezquinas, de su ignorancia (que se niegan a superar, porque el ignorante no es malo, mas si lo es el que se niega a aprender) y su poserismo. Me alegró saber que aún andan por ahí algunos, sobre todo algunas muy jóvenes (creo que eso no sonó bien… º_ºU), que aún mantienen en alto el espíritu que me atrajo a tratar de ser otaku, de esos que, como los que el estudio Gainax tan bien retrató en “Otaku no Video”, se apasionaban con lo que hacían de manera honesta y comprometida.
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