domingo, mayo 01, 2011

Primer informe germánico

Bien… Como todavía no tengo red, estoy redactando esto en Word para tenerlo listo y subirlo una vez que me haga de una conexión. Además ahora tengo un adaptador de enchufe para el notebook, así que no tengo que temer quedarme sin batería.

Al grano; partamos por el viaje.

El miércoles me levanté bien temprano para ducharme, desayunar y repasar mi equipaje con calma. Además así podía alcanzar a despedirme de mis primos y mi tío Javier, que salen a primera hora. Pasadas las 8 de la mañana salí con mi tía Rochi hacia el aeropuerto y llegamos con holgura. Nos despedimos, le pasé mi celular para que o enviara de regreso a Valdivia y ahí quedé… Literalmente, porque el mesón de TAM tenía menos vida que un cementerio. De hecho, había todo una majamama con respecto de la hora de salida y abordaje del vuelo, porque como acá no han cambiado la hora, se había armado un tongo con los números. Por suerte solamente era a nivel del papel y no práctico, pero era gracioso ver que salía “hora de salida 12:30” y “hora de abordaje 13:00”.

Una vez hecho todo el mambo del check-in, policía internacional y esas cosas, por fin pude pasar al fascinante mundo de la zona muerta que llaman duty free. Y es que, cuando no eres un tipo con poder adquisitivo, todo lo que puedes hacer es vegetar por ahí y mirar las cosas que no puedes comprar. En mi caso, me tomé un café y una dona con el único propósito de poder conectarme a internet antes de abordar. Luego me fui a hacer hora frente a la puerta de embarque mientras se empezaba a acumular gente. Como nunca falta la gente que está más desorientada que uno, terminé ayudando a una señora con pinta de “bisagra” que iba a ver a sus hijos a Noruega. De hecho, terminamos volando juntos (a unos asientos de distancia) hasta Frankfurt y como la señora no daba una con otra cosa que el castellano, hice de lázaro en Sao Paulo y Frankfurt.

Debo decir que, si bien las azafatas son densas y parecen travestis, en TAM se viaja bastante cómodo. Los asientos son decentes para clase económica y tienen cada uno su propio monitor. Al principio me fui mirando la cámara de proa del avión, luego quise ver True Grit … pero no tenía subtítulos y había demasiada bulla para entender esos acentos westerngringos. Me cambié a ver la última de Harry Potter (el acento británico se entiende mejor en un avión), pero no alcancé a terminarla.

En Sao Paulo hubo que moverse rápido, porque había como media hora de diferencia entre bajarse y abordar de nuevo. De hecho, cuando llegué a la puerta ya estaban entrando, así que piola… súper eficiente. Como el aeropuerto es bastante feo igual no creo haberme perdido nada.

Lufthansa… por dónde partir. LOL. Los asientos son la wea más incómoda que he tenido la desgracia de ocupar (sin contar los del Cervantes). El problema no es tano mientras todo comienza, sino cuando tratas de dormir. ¡Imposible! Más encima los controles de mi audio estaban malos, así que no podía escuchar nada de nada en los canales que ofrecen a bordo. Uno de los azafatos (que milagrosamente no parecía gay, sino soldado alemán de asedio a Stalingrado) dijo que iban a ver si lo arreglaban… era mentira T_T. Al final terminé pechándole el audio a mi vecino (una pareja de brasileños que no paraban de sorbetearse los mocos con fanfarrias épicas).

Una de las cosas que me llamó mucho la atención fue la cantidad de niños a bordo. No sé si tiraron a toda la gente con cabros chicos a nuestra sección, pero estaba repleto. Había de todo, desde mierdas llorones, hasta pendejos piolísimos. Por supuesto, los llorones fueron otro factor para no dormir mucho.

En general todo estuvo bien Ok en Lufthansa. Incluso las aeromozas eran gente y de los tipos milagrosamente solo uno tenía pinta del típico alemán hueco… y era cuático, porque era como una mezcla entre He-Man y Kiltro, pero medio amanerado. LOL permanente. Otra cosa freak fue ir viajando en un vuelo alemán, hacia Alemania, escuchando un canal de audio con música japonesa de los 70-90 con grandes éxitos como “Yamato” o “Sobakasu” y presentados en japo.

Llegando a Frankfurt le di sus últimas indicaciones a la señora que seguía hacia Oslo como en 5 horas e hice de mini guía a unas uruguayas que tenían que hacer hora para seguir a Tel-Aviv. Luego a buscar la estación de trenes. Por suerte tenía tiempo de sobra, así que todo con calma. Lamentablemente nunca pude encontrar un lugar para conectarme a internet. La conectividad acá en Alemania es como el orto… En la estación de trenes había red, pero es de de la DB (ferrocarriles alemanes) y había que pagar con tarjeta o cuenta. Los sucuchos no tenían red y al final decidí no hinchar más y me fui a esperar el tren. Ahí, me topé con una canadiense que estaba medio desorientada y muerta de hambre, así que le convidé un poco de chocolate y conversamos.

Como siempre ha sido, viajar en tren es de lo mejor, sobre todo en Alemania. El ICE puede no ser exactamente el más barato de los ferrocarriles, pero es tan rápido y silencioso que da gusto viajar. Tiene todas las ventajas de la velocidad, tiene asientos cómodos y puedes ver los lugares por los que viajas… y llega justo a tiempo. Lo malo es que, como no pude dormir ni una wea en el avión, me iba quedando dormido… pestañadas largas, diría Kiltro.

Lo gracioso fue al llegar a Freiburg. Como no tenía más que una vaga idea de las distancias y las ubicaciones, decidí cortar por lo sano y pescar un taxi hacia la oficina del Studentenwerk (la organización estudiantil que administra los dormitorios). Tenía que ir antes de las 5 para recoger mi llave o me quedaba en la calle, así que no había que arriesgarse. Vi un taxi, lo tomé y el taxista estereotipadamente inmigrante-del-medio oriente al que no se le entiende mucho en el idioma que sea que te hable, poco menos que se enoja con migo por ir a un lugar tan cerca… hahahaha… weon gruñón. Pero de ahí cachó que yo no le iba a entender ni una wea y se puso menos denso.

Llegue al Studentenwerk, fui a hablar con la (según yo señora, pero no era mayor que yo) encargada de los dormitorios, solamente para que me dijera que la llave la tenía que retirar en información (que es de donde me habían mandado hacia ella). No pude tampoco pagarle la renta y el depósito, porque había cerrado la caja… la caja que ella misma administra, con ella presente… pero la caja ya estaba cerrada. Estos burócratas alemanes jajaja (así que me toca volver el martes para pagar).

Cansado como mula, con los brazos como dos metros más largos por andar tirando de la maleta, me dispuse a tomar la Strassenbahn (tranvía) para ir a mi nuevo hogar. Claro, si se puede llamar hogar a un lugar completamente pelado… Una cama, un colchón, un armario, tres sillas (de diferentes tipos, para todo uso), una mesa, basureros, escobas, etc. Pero ninguna olla, ningún cubierto ni plato. Curioso que estos alemanes no piensen en ese tipo de cosas que hasta la cabaña más ordinaria tiene en Chile. Al menos había ropa de cama y una almohada.

El lugar en si es re piola. Es un edificio de departamentos en medio de una especie de barrio de estudiantes. Deben ser por lo bajo unos 10 edificios de diferentes tipos y capacidades; algunos con departamentos individuales independientes (como el mío) y otros con pisos compartidos. Lo mejor es que la StuSie (Stdentensiedlung, población de estudiantes) está al lado de un precioso parque con una laguna. Y con “al lado” me refiero que está prácticamente EN el parque.

El edificio que me tocó me da la impresión de ser como el más piola. Como que la gente no interactúa mucho y está lleno de familias como del medio oriente, india (o por ahí) y chinorris. De hecho, toda la ciudad está llena de chinorris y negros. Paseando por ahí es más fácil oír mandarín que alemán o inglés. En los negocios lo mismo, lleno de gente de “algún lado”. Es extraño el contraste que se da con Chile. Uno realmente se da cuenta de que allá se vive en una burbuja muy homogénea. Ese ambiente cosmopolita es interesante.

Como el primer día llegué relativamente tarde no pude hacer mucho más luego de dejar mis cosas en el departamento. Me fui caminando hasta el centro para tomar conciencia de las distancias y compré algunas cosas como cereal y leche (porque puedes comerte eso con la mano y tomarlo de la caja… sin plato, ni cuchara). También busqué los edificios que iba a tener que visitar si o si, como la rectoría de la Universidad o el edificio de sociología. Claro, estaban cerrados, pero ya sabría donde quedan.

Recién al día siguiente pude empezar a hacer mis trámites. Me levanté como a las 6 de la mañana tomé mi desayuno de campeones (natur y leche) y partí a la U. El fascinante mundo de la burocracia universitaria alemana no creo que le interese a nadie, así que no profundizaré en ello. Lo bueno es que en eso me encontré con algunos de mis compañeros del programa. Una gringa y una chica de Latvia que (por un subprograma con la U de Bolonia) ya habían hecho los dos semestres fuera y ahora llegaban a Alemania, una chica de Suiza y el otro chileno (Víctor). Es curioso, lo último que me esperaba era ponerme a hablar en chileno en medio del proceso de matrícula.

El resto del día me lo pasé entre trámites ante las autoridades municipales (aún me falta el de extranjería) y la búsqueda de implementos para mi vida diaria (llámese olla, sartén, plato, comida, etc.). Algunas de las cosas las encontré, otras no. Por suerte pille los dos aliados de todo buen “menos favorecido”: una tienda e porquerías chinas baratas y una especie de casa & ideas. Lamentablemente ésta última tienda no tenía ollas más baratas de las que había pillado en una tienda tipo falabella. Reflexionando, ese es un problema de un país con altos estándares de vida… cuesta encontrar cosas baratas, porque casi todo es de buena calidad. ¿Dónde están los aluminios el mono cuando los necesitas? Pero bueno… ahora, tras unos días ya puedo decir que tengo una base decente para sobrevivir. Es más, hoy (domingo) ya me pude cocinar mi propia comida. Previendo que el domingo 1 de mayo no iba a haber nada abierto, me hice de ingredientes y utensilios a tiempo. El menú: arroz con salchichas de ave. Curiosamente las salchichas de ave acá tienen sabor a salchichas normales… y de las ricas.

Así están las cosas. Las clases parten el martes. El lunes tengo que terminar algunos trámites como ir a extranjería (para que me den recién una hora) o ir a abrir mi dichosa cuenta en el banco; cosa que no había hecho antes porque preferí averiguar bien en cual me convenía (hay como mil). También voy a comprar un pase de semestral para la locomoción pública. Tengo hartas ganas de conseguir una bicicleta, pero no es prioridad aún. Esta ciudad es el paraíso de los ciclistas. Solamente en este edificio debe haber más de 300 bicis estacionadas abajo. Hay más cicliovías que calles y nadie está interesado en robárselas. De hecho, el sábado hubo una subasta de bicis, pero me pareció que estaban caras para lo que eran. Quizá me conviene arrendar una por 10 euros mensuales. También tengo que ver si comprarme un celular prepago para tener un número telefónico acá. Me dijeron que salía 14 euros uno con carga inicial y todo… no suena mal. En todo caso, la prioridad (aparte del banco) va a ser el internet. No puedo estar tomando café en Starbucks todos los días ara pechar red y la red “abierta” de la que me he podido colgar acá en el departamento no es segura (y me tienden a desconectar… quizá me cacharon).

El domingo, como no había nada “útil” que hacer, aproveché de conocer los alrededores de la StuSie. Me di una vuelta casi completa por el Seepark (el parque con laguna que ha aquí al lado). Es muy bonito, lleno de cosas interesantes y con muchos senderos para recorrer. Entro las cosas curiosas que hay, están las canchas en que tienes por un lado a los alemanes jugando fútbol y, por el otro a los indios jugando cricket (con trajes blancos y todo). También había un partido de fútbol con un 99% de negros… todos hablando en quizá que wea de idioma. Lo más gracioso, sin embargo, eran unos locos que estaban en el parque jugando un juego que le habría encantado a Kiltro. Dos equipos (4 tipos cada uno), uno en cada extremo (como a 10 o 15 metros). En el centro un saco con algo y un podio pequeño detrás de cada equipo. Cualquiera diría que el objetivo es alcanzar el saco y llevarlo hasta el podio contrario… si, así es, pero la gracia es que antes e poder atrapar el saco tienes que matar a tus rivales. Si, matarlos, porque los tipos van armados con armas “medievales” de espuma, corren gritando hacia el lado contrario y se enfrentan a los oponentes. ¡Uno de los compadres tenía un morningstar de espuma! Es como Locnor 2.0.

Mientras paseaba por el parque se ponía a llover y salía el sol a cada rato. El tiempo ha estado bien weón los últimos días. Espero que se arregle. No es la gracia andar acarreando parca para luego cagarse de calor cosas así. En todo caso, la ciudad en si es genial. Medievalísima. Hay casas antiguas por todos lados, gárgolas, iglesias medievales y todo el casco antiguo está atravesado por los “bächle”, unos canales que parten de las decenas de fuentes que hay y guían las calles y callejuelas. El edificio donde funciona el departamento de sociología y el programa de magister era, de hecho, la iglesia de la universidad; y se nota (tiene gárgolas y weas). El programa en si tiene su hogar en el ático, así que es completamente genial. Para más remate, ¿qué cosa más freak que organizar la fiesta de bienvenida al programa en el ático de una antigua iglesia convertida en edificio universitario?

Bueno… por ahora eso sería todo. Mañana me toca levantarme temprano para finiquitar todo lo que pueda. Si me va bien, hasta podría tener por fin mi internet y dejar de estar “al otro lado del mundo”.

(De ahí con tiempo le pongo unas fotos a la entrada de blog)

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miércoles, febrero 11, 2009

It's alive! (muahahahahhaa)

Después de años y años dibuando y con varios abortos de comic a cuestas que jamás vieron su fin, por fin es mi agrado presentar al más sólido retoño de mi plumilla (digital, pero plumilla al fin y al cabo): Al Akhir.



Por supuesto, el crédito no es exclusivamente mio... de hecho, la idea original y el guión son de mi adorada y bienamada novia Stephanie. Yo soy demasiado disperso como para lograr redactar un guión como la gente y es justamente por eso que no suelo terminar (ni generalmente empezar) las historias que imagino. Pero eso cambiará ahora, porque Al Akhir es un comic autoconclusivo de 18 páginas que será publicado en entregas mensuales de 3 carillas en la revista digital "Nemoris Comics". Ésta es un proyecto de un grupo de jóvenes avecindados en Valdivia que propone reunir a gente experta en diferentes ámbitos del saber geek/ñoño (cine, juegos, etc.) para escribir sobre los temas que a nuestra subcultura nos interesan y además publicar varios comics y relatos de diferentes creadores locales. La gracia de todo esto es que "Nemoris" se perfila como un proyecto centrado en entregar calidad y continuidad. Así, todas las secciones on-line se irán actualizando permanentemente, así como los comics y relatos que tendrán entregas periódicas. De este modo cada comic irá desarrollándose durante 6 meses hasta completar su argumento.

Ahora bien, la innovación del proyecto está en la posibilidad de culminar cada ciclo de 6 meses con una publicación en papel, la cual sería no tan sólo una versión física del on-line, sino una edición especial llena de "enjundia" y bonuses.

Es evidente que como todo proyecto, también "Nemoris Comics" necesita de todo el apoyo que pueda recibir para poder prosperar. Por parte de quienes trabajamos en él estamos haciendo nuestro mejor esfuerzo. Esperamos que nos apoyen y participen.

Desde ya muchas gracias.



Ahora a lo mio... una breve sinopsis de Al Akhir:

Saïda (una pequeña niña) y su joven acompañante Fayd Assur (un chico con las manos y los ojos reptilescos) recorren un mundo exótico de reminiscencias medio-orientales. Solos y marginados por la apariencia de Fayd ambos deben sufrir el miedo y el odio de la gente. No tienen en el mundo nada más que el uno al otro... ¿O podría haber algo más para ellos?

Ya están las primeras tres páginas de esta y de otras historias (de otros autores) disponibles en la página de Nemoris Comics.

viernes, julio 04, 2008

Frascos de Vidrio

Me gustan los frascos de vidrio. Ya no se usan, son de otra época, de un tiempo que me gustaba mucho, de los días en que las cosas aún se hacían para durar, en que la gente se preocupaba de lo que le rodeaba y de quienes le rodeaba. Los frascos de vidrio son transparentes y aunque a veces tiñan su contenido con el matiz de su propio color, siempre podemos ver lo que hay adentro.

Recuerdo mi infancia y veo esos grandes frascos, que probablemente no eran tan enormes, llenos de maravillas… las maravillas del mundo, esperando a ser descubiertas. Mermeladas, caramelos, tornillos, bochas, galletas y de vez en cuando amargas medicinas. Los frascos de vidrio tenían vida propia, un peso en la mano. Aún vacíos hacen notar su presencia y nos hipnotizan con los extraños reflejos y refracciones. ¿No es acaso relajante, envolvente y genial poner uno de ellos en el centro de la luz que entra por la ventana en verano y verse de pronto rodeado por olas, nubes y montañas? Y pegar los ojos a ellos, viendo cómo el mundo se vuelve borroso y extraño, o usarlos para ver bajo el agua es sólo un poco menos atractivo.

Pero, como dijo al principio, no creo que sea el frasco en si el que me agrada, sino lo que representa. Encontrarse hoy con un frasco de vidrio tiene una serie de implicancias. En primer lugar llaman la atención, resultan anacrónicos. Probablemente más de uno piense “oh, viene en un frasco de vidrio”, con cierta sorpresa. También es probable que de inmediato asociemos algo que se nos ofrezca en la tienda de este modo a un producto de calidad (tomen nota publicistas y vendedores de pomada). Es un poco como con las galletas que vienen en lindas cajas de latón; pensamos que deben ser más ricas, mejores, aunque no sea así. Prestigio, esa es la palabra. El frasco de vidrio es prestigio. Y claro, en nuestros días de lo desechable, de lo pasajero, asociamos todo aquellos que nos evoque el pasado con prestigio. Basta ver a nuestro alrededor: el frac, una prenda por excelencia anacrónica, es el símbolo de la sobriedad y elegancia de novios y diplomáticos; Rols Royes sigue poniéndola a sus autos el mismo estilo de radiador que hace casi un siglo. ¿Y para qué ir tan lejos? ¿No suele todo el mundo comentar cosas como que buena era la comida casera de antes? Basta con ver cómo la industria nos vende esos pensamientos en cómodos envases que dicen “estilo casero”, receta tradicional” o “como la hacía tu abuela/mamá”.

No nos engañemos, no es la mera nostalgia la que nos hace pensar esas cosas. No es el típico y barato “todo tiempo pasado era mejor”. Eso sería ser simplón y amargado. La respuesta no está en “el pasado”, sino en cómo se vivía en ese pasado. La gente se esmeraba en las cosas que hacía… quizá porque sabía que eran las únicas cosas que había, quizá porque esas cosas eran para quienes lo iban a apreciar o quizá solamente porque esas cosas tenían que durar toda un vida o más. Hoy las cosas lamentablemente se han vuelto pasajeras, descartables, impersonales. ¿Quién, honestamente, aún valora un regalo hecho a mano? ¿Cuántos pueden pasar por enfrente de las multicolores y seductoras vitrinas e ignorar la “última moda” o el aparato más moderno? Vivimos amarrados a lo efímero, esclavizados de lo cambiante… aunque la mutación sea forzada y no se justifique.

No crean, en todo caso, que soy un avejentado gratuito, que odio el progreso o que estoy en contra de la modernidad. También a mi me gustan las nuevas tecnologías y me agradan muchas cosas nuevas, pero aún me gustan los frascos de vidrio.

¿Será que el plástico nos aburre después de tantos años?

viernes, diciembre 07, 2007

Fuego

En el mar de humo danzan su último baile,
envueltos en burbujas de memoria,

los peces del conocimiento.

A la luz del hipnótico ritual de la calcinación
Se unen la mente y el corazón,

y las lágrimas asoman desde ambos.

Como una cicatriz oscura, enorme y caliente
se erige ahora el baluarte del saber.

Pero el conocimiento no se quema.

¿Y la memoria arderá?


Es curioso cómo cada quién perdió algo importante con el incendio del edificio Emilio Pugín, conocido como "el de los pescados". Los científicos que trabajaban ahí vieron comsumidos años de trabajo, muchos de ellos su vida entera como investigadores. ¿Quizá cuántos estudiantes pensaron en sus tesis cuando vieron el humo levantarse sobre Valdivia como un inmenso manto de mal augurio? Muchos perdieron sus trabajos y ya se ha dicho que las colecciones de plantas, peces y anfibios que encontraban en el Pugín su lugar de almacenamiento serán irreemplazables.

Probablemente Darwnin y Philippi estarán retorciéndose de angustia en sus tumbas. Pero también los futuros científicos, en el vientre de sus madres deben sentir la pérdida.

¿Y yo...? Para mi ese edificio era una parte curiosa de mi vida. Mis primeros meses sobre este planeta los pasé en parte ahí. Acunado por los olores de laboratorio y los arrullos de las mentes universitarias. Envuelto en mantas primero y luego correteando en sus pasillos angostos y repletos de afiches y calcomanías de todo el mundo, es como viví yo el particular ambiente del subsuelo del edificio de los pescados, donde funcionaba zoología. Algunos días antes del incendio había estado en él de nuevo. Y entrar ahí siempre me daba una sensación de familiaridad, aunque yo nada tenga que ver con la zoología.

Ahora, como siempre ha sido, lo único que realmente perdura es lo que queda en el interior de las personas.

martes, octubre 30, 2007

Nada más

Sigiloso avanza el fuego.

La llanura lo aguarda


con la mirada de quien


no desea ser despertado.




Percibe el aroma de los lirios

cuando la vertiente de arena


deja caer una última perla.




Los dorados reflejos del ocaso

van alargando nuestras sombras


en las profundas aguas del mar.


Una cálida brisa sopla un susurro.


Reflexiones ñoñas

Hace unos días (que frase más inútil, si se piensa que esto podría leerlo alguien en muchos meses más… pero me gusta) caminaba con una antigua amiga por el centro de Santiago mientras conversábamos. Hace muchos años que no nos habíamos visto, pero manteníamos contacto de vez en cuando por Messenger. Si bien ella es bastante menor que yo, por las vicisitudes de la lejanía geográfica y la consabida centralización chilena, ella se crió como una “otaku” a la antigua. A Chiloé tardaron en llegar las comodidades a las que otros recién iniciados en el mundo de la animación japonesa tienen acceso de manera tan natural ahora. Así como a muchos de mi generación y sobre todo a los pioneros de la generación anterior a la mía, a ella le tocó rasguñar bajo las piedras para conseguir un VHS grabado de otro VHS, que a su vez era la copia pirata de algún VHS doblado en un horrible español de España. Ni hablar de ser quisquilloso; se veía lo que se podía conseguir, después se podía uno dar el lujo de decir “puta la wea mala”. Lo mismo con los mangas, aún más difíciles de conseguir. Si por un golpe de suerte uno lograba ponerle las manos encima a cualquier número de algo, eso pasaba a constituirse en un tesoro privilegiado en el mejor estante de la pieza.

¿Cuál es mi punto? No es mi intención hacer una especie de reclamo o ponerme, como los viejos (que al fin y al cabo todos seremos algún día) a reclamar por lo mal que están los jóvenes (o los otakus) de hoy. Es sólo que mi amiga encarna algo que no le corresponde por su edad. Podríamos decir que ella es una especie de fósil viviente, que destaca entre sus compañeros porque no es igual a ellos. Claro, es muy visual para vestirse, cosa que en mi generación aún nadie se atrevía a hacer, también se mueve con soltura en el politizado mundillo frikki de hoy (sobre todo en Santiasco)… pero hay algo que la distingue, y yo creo que es una mirada crítica, observadora, quizá un poco tendiente a la frustración con lo que observa en estos días. Es una mirada que nace de la gente a la que algo les costó, pero finalmente lo obtuvieron; la mirada que valora lo que tiene, en vez de andarse con pendejadas propias de los malcriados en la opulencia.

Quienes me conocen saben que no lo digo por creerme superior, ni por pensar que tengo una posición más elevada en alguna imaginaria pirámide trófica del frikismo, pero estoy bastante chato de los tontakus. De sus peleas miserables y mezquinas, de su ignorancia (que se niegan a superar, porque el ignorante no es malo, mas si lo es el que se niega a aprender) y su poserismo. Me alegró saber que aún andan por ahí algunos, sobre todo algunas muy jóvenes (creo que eso no sonó bien… º_ºU), que aún mantienen en alto el espíritu que me atrajo a tratar de ser otaku, de esos que, como los que el estudio Gainax tan bien retrató en “Otaku no Video”, se apasionaban con lo que hacían de manera honesta y comprometida.

Fue un agrado volver a verte Victoria, sobre todo porque has llegado a ser una buena persona, más allá de toda la chorrada que escribí ahí arriba ^__^.

miércoles, octubre 17, 2007

Cosas que buscan cosas




Generalmente se dice que el que busca encuentra o que tarde o temprano, con esfuerzo, las cosas que uno busca llegan...... A veces pareciese ser todo lo contario.

No sé si se podrá hilar tan fino sin ser declarado clínicamente insano, pero pareciese ser que en realidad hay cosas que son encontradas cuando ellas quieren. No, no me refiero a anillos mágicos. En mi caso, más bien me refiero a un libro.

Busqué y busqué algún texto sobre teorías de la educación por toda la biblioteca y no encontré nada. El complejo sistema de búsquedas del index elerónico no me ayudó tampoco. Y hoy bajé a la biblioteca, simplemente para ir al baño. A la salida pensé "podría aprovechar que estoy aquí para ver si encuentro algo sobre procesamiento estadístico. Fuí en búsca del estante de los lobros de investigación en comunicación y terminé en otro estante (son todos tan parecidos)... el de psicología. Decidí, por alguna razón pegarme una vuelta por ahí en vez de seguir buscando lo que me convocaba y ..... tadaaaaaan!..... Frente a mi se desplegó un título: Teorías del aprendizaje.

Sólo espero no sentir ganas de vivir en una caverna y comer pescado crudo por leer el libro.

martes, julio 17, 2007

Más Tierra Virtual

Aprieto un botón y un mundo se abre ante mi… y lo que veo no me gusta para nada. No porque en sí lo que se despliega en ese universo de dos dimensiones comprimidas en cuatro costados sea aberrante (que lo es). De ser sólo eso, simplemente cambiaría el canal. Lo que me atormenta es pensar en el otro mundo, ese regido por leyes naturales, en 3D y a todo color; ese en el que la gente nace, vive y muere; y sobre todo me horroriza pensar lo que pasa en las mentes de quienes más ven aquello que se ofrece a mis ojos.

Para hacer las cosas más claras, hablo de MTV. Yo no tengo cable, por lo que sólo a veces cojo mi tajada de lo que muchos hoy por hoy están consumiendo a nivel audiovisual; pero el fin de semana me expuse, al parecer, a una alta dosis de lo peor de lo peor. Ya en mis años mozos MTV se consideraba un canal que había nacido de una idea muy buena e interesante, pero que cada día estaba más a mal traer. Se lo acusaba de comercial, de falso y popero… nada comparado con lo que parece ser ahora.
Se dice que Hollywood es la fábrica de lo sueños. Y bien, si ellos los fabrican, no me cabe la menor duda que hoy es el canal de "música" quien los empaca, distribuye y vende (de una manera bastante efectiva al parecer). Soñar no es malo, me dirán. Completamente de acuerdo; es más, sin sueños la vida sería una mierda. ¿Pero por qué soñar lo que nos dicen que soñemos, por que el sueño ha de ser ajeno?

Y aquí el punto de toda esta perorata. MTV no sólo satura las permeables mentes adolescentes con una dosis tóxica de basura como realyties basados en el comportamiento de gente con mentes tan evolucionadas como un maní (perdón a los maníes) que se dedican sistemáticamente a demostrar que lo único que les importa en la vida es verse "bellos", tener un auto deportivo y minas/minos populares, sino que los bombardea implacablemente con imágenes de una cultura, estilos de vida y niveles de bienestar (aunque yo discrepo en el concepto de bienestar) que no son propios a nadie en nuestro continente (salvo esos famosos 2 o 3 % que se llevan todos los productos internos de las naciones latinoamericanas).


No se confundan, no pretendo irme por un discurso antielitista-revolucionario-al-peo… me apesta esa pseudocorriente de "pensamiento". A lo que voy es a algo mucho más terrenal y menos utópico. Es más que sabido que los adolescente son muy receptivos a influencias externas. Están construyendo su identidad, buscando al mismo tiempo individualismo y pertenencia al grupo. Se debaten entre la aceptación y el rechazo en medio de un fértil terreno que explotan las empresas para venderles todo aquello que los "hará únicos", "populares" e "irresistibles". Y claro, ahí tenemos a MTV vendiéndoles las fantasías sobre pendejas de 16 años que gastan más de un millón de dolares en una fiesta de cumpleaños porque no pueden ser menos que la otra pendeja que está de cumpleaños. Gente cuyos mayores problemas en la vida son caerse de la tabla de surf sobre la que los llevarán en una entrada triunfal a su fiesta; gente cuyos padres les dan cualquier gusto y los meten en una burbuja dorada en la que no necesitan inteligencia, sentido común o espíritu de superación. Visiones de una sociedad que ha prosperado sobre los huesos de sus abuelos que murieron en los campos de batalla europeos para que la guerra jamás tocara su país (y así instalarse como la única vencedora incólume que gobernaría el mundo hasta hoy).

¿Qué queda para nuestros adolescentes? Mirar a su alrededor y ver las paredes de madera de tercera con repisas saturadas de virgencitas y cristos fosforescentes colgados de clavos, salir a las polvorientas calles mal mantenidas a carretear en los autos usados haciéndole el quite a los típicos quiltros callejeros, meterse en una discoteca a curarse y bailar por horas extasiados de nada para borrarse de una realidad latinoamericana que no es como el mundo MTV; para luego volver a sus casas… Ante la elección de deprimirse por lo que los rodea, siempre tendrán la opción de apretar ese mágico botón que los transporte de regreso al cómo regazo de su glamoroso y cuadrado planeta en 2D.
Y después nos preguntamos por qué esa necesidad compulsiva de la gente por tener la ropa de marca, endeudarse, robar o matar por unas gafas, una polera o una parca que los hará mejores…