La selva de Cemento

Estoy solo... si, completamente solo. Mis tios se fueron a la playa por el fin de semana y me quedé en el departamento. En todo caso, no me molesta mayormente. Después de todo, igual no es que Santiago cambie mucho sólo o acompañado. La única compañía que anhelo de verdad es la de mi amor... pero ella no puede estar aquí.

Bueno, el punto es que yo tenía planeado levantarme más o menos temprano para ir a dejar mi cámara al servicio técnico. Sin embargo, dormí mucho. Debo haber estado agotado de tanto levantarme temprano en la semana. Aún así domí muy mal. Me despertaba a cada rato y caía rendido una vez más. Claro, tener una construcción al lado que te mete ruido a las 9 de la mañana un día sábado, no es como para descansar.

Como al final me levanté muy tarde como para que estuviese abierto lo de las cámaras, decidí ir al cine. Quería ver King Kong. Mi tía me había dicho que en el Alto las Condes estaban dando y me pasó unos cupones de descuento para el Cinemark. Pero la única fucnión era como a las 9. Ni cagando me pegaba el pique para allá arriba para volver quizá a qué hora. Además a la hora que saldría ya no habrían micros. Miré el diario y al final fui al Hoyts de la Reina. Por cierto, me gustó mucho la pelícua. Es una excelente mezcla de aventura y acción. Mantiene una buena tensión todo el rato y curiosamente, tiene un poco de trasfondo y pensamiento. No me parece que haya que estar comparándola a cada rato con la original, pese a las escenas idénticas que homenajeó Jackson. Incluso llega a ser molesta la monotonía de las críticas que había leido. Dejaron de lado muchas cosas interesantes de la película por avocarse a la comparación.

Me toco mala suerte... justo quedé entre dos parejas. Corrijo, TÍPICAS parejas cliché. Si de esas en que la mina salta y grita a cada sorpresa y se abraza baratamente al loco en cada momento tenebroso... y claro, eran de los típicos locos que se aprovechan de eso y se hacen los duros y machos. Y, como no, están más pendientes de aprovecharse de la situación que de la película. Una de las dos parejas era exáctamente así... la otra era peor. Por último la primera no molestaba tanto... es sólo su patetismo íntimo. Pero la otra... argh... eran de esos que van comentando todo lo que pasa. ¡¡¡¡Qué mal!!!! La mujer no se quedaba cayada nunca. ¿Cómo puede ser alguien tan subnormal para tener que estarle diciendo a su conyuge todo lo que está obviamente viendo? ... claro y de paso molestan al pobre gil que está al lado, tratando de disfrutar de una pel´´icula, tratando de sumergirse en la fantasía por la que pagó. Una falta de respeto. Y que conste, a mi me agrada mucho abrazar a mi novia mientras vemos una película (pero no me gustaría aprovecharme del pánico... prefiero estar todo el rato junto a ella). Y no me molesta en absoluto comentar un poco mientras la vemos. Pero comentar no quiere decir relatar... Mientras más conozco a otras parejas, más afortunado me parece que soy.

Bueno... hoy no sé aún que haré. Es curioso. Se supone que en Santiago hay miles de cosas para hacer. Sin embargo, estando aquí uno se da cuenta que no dan ganas de hacer nada. Todo afuera es tan hostil.. partiendo por la temperatura. Más encima por cualquier cosa te asalatan en mala. No solo es caro, sino que no hay nada interesante que se pueda hacer y que sea gratis. Ni siquiera los paseos por algún parque... porque las weas de parque que hay.. jajajajajaja... Para un valdiviano son un chiste de mal gusto. Realmente es una lata estar solo en esta ciudad. Si tuviese a mi niña al lado no me importaría qué hacer.

Ah... una anécdota curiosa. Cuando venía de vuelta anoche, pasé al lado de la plaza Las Lilas y estaba la calle bloqueada. ¿Bah?, me dije... estarán haciendo algo los pacos. A lo lejos se veian unos camiones de milicos y unos locos de uniforme (más encima de la Policía Militar)... ¿Milicos en la calle tan tarde?... pero los locos que cuidaban los conos de la calle eran civiles. Claro, de ahí le pregunté a uno qué estaban haciendo.. estaban filmando una película... ¡sueca! Jajajaa... pero se llamaba "Los Claveles Negros". Supongo que será de chilenos en el exilio o descendientes de ellos.

La selva de concreto tiene algunas cosas interesantes. Pero son pocas y por la mayoría hay que pagar. Prefiero la selva valdiviana.