La "cultura" capital

Por lo visto en esta asquerosa urbe -y no lo digo sólo por el calor- nadie se salva de la ordinariez y falta de cultura. En las micros cada vez me tocan weones flaites -pero reyes, emperadores de lo flaite- que primero le piden rebajas a los choferes y después les gritan cada garabato existente cuando no va a la velocidad que ellos quieren. Entiendo que los micreros no sean la gente mejor evaluada de la nación, pero eso no es motivo para ser tan rasaca. Incluso es peor, porque se sienten bakanes haciendose los malos. Empiezan a pegarle a los vidrios y a los asientos y a amenazar al micrero con quemarle la máquina... hay weones flaites y eso. Mas encima son unos locos enteros pungas. Decir que son flaite -se que constituye un prejuicio, pero tambien es un estereotipo real urbano; no lo podemos negar- es quedarse cortos. Estos tipos son unos subnormales, flaitongo-kuma-rasca-picantosos de mierda. Y lo peor de todo es que uno ya de por si va incómodo en la micro. Cagado de calor y apretado, con viejas que te atropellan y no piden permiso, y más encima están estas ratas urbanas.

En todo caso, los "cultos" y "aristocráticos" intelectuales santiaguinos no se salvan en ningún caso. No son mucho mejores. Tal vez sean incluso peores, porque ellos si tuvieron la posibilidad de educarse y tener contacto con una cultura un poco más refinada. Pero no... Hoy fui a la inauguración del Centro Cultural de la Moneda. Por cierto, el lugar es espectacular. Muy bonito. Y la exposiciòn de arte mexicano precolombino está muy buena. Volviendo al tema, en la ceremonia estba nada más ni nada menos, que nuestro presidente Lagos con su homólogo mexicano, Vicente Fox. Como es obvio el lugar estaba atestado de gente invitada -no había nadie sin invitación, por lo tanto podemos decir que en realidad todos allí eran de clase media alta y alta... o de clase política, intelectual, artítica, etc-. De hecho, no daban abasto los tres niveles del edificio subterraneo. Al igual que todas las ceremonias, los discursos fueron varios -4 para ser exactos: Weinstein, la ministra de cultura de Mexico, Fox y Lagos- y largos. Es entendible que la gente estuviese chata. El sistema de ventilación no daba abasto, hacía calor y había poco espacio. Sin embargo, lo mínimo que uno debe hacer si al frente están dos presidentes -uno que viajó exprésamente desde el otro hemisferio para asistir a la inauguración-, una presidenta electa y quizá cuantos dignatarios y weas más, es quedarse callado. ¡Peor no! Nuestra "élite" capitalina hacía tanto, pero tanto ruido, que en como cinco oportunidades hubo que pedir silencio (la primera vez tuvo que ser la propia ministra de cultura extranjera). Y no hicieron caso. Pero claro, apenas apareció comida todos se abalanzaron sobre el coctail... incluso antes de finalizar Lagos.

Me da vergüenza todo eso. Esta es una ciudad podrida, en la que el individuo es amo, rey y déspota tiránico de todo. A nadie le importa un comino nada que no sea él mismo. El snobismo es abrumador y asqueroso y el flaitismo, por otro lado, es generalizado. La gente nisiquiera respeta su propio suelo. Lo más común es ver a gente tirando basura en el mismo lugar en el que está parado. Por diox.. yo digo: ¿no pueden al menos contribuir a que este lugar sea mejor? No cuesta tanto. Después, eso si, son los primeros en reclamar que su ciudad está fea y poco cuidada. Es una pena... podría ser una ciudad bastante agraciada. De hecho, he descubierto algunas perlas olvidadas y deterioradas por ahí. No me vendrìa a vivir aquí ni cagando. Sentencia definitiva.

Dato freak
Lagos no se ve tan imponente en persona como en la tele. Deben ser las luces. Y Bachelet se ve más simpática de cerca. Pero eso no es lo freak. Lo notable es que Lagos es una béstia en cuanto a su presencia. Cuando fox habló, casi no se le entendía a ratos. No solo por lo bajito del vlumen - que, por último se pudo deber a que es muy alto y el micrófono le quedaba lejos-, sino por su carisma. En cambio, cuando habló nuestro presidente... uf.. era impresionante. No por nada se da el lujo de, a penas acabado el discurso, saludar a todos y recibir sus vítores.