martes, septiembre 06, 2005

Tejidos regeneardos



Hay días en los que uno se dice: “puta que estoy bien”... y, claro, otros en los que uno no dice nada para no cagarlas. Supongo que ambos son necesarios. Así como en un mundo feliz, jamás seríamos felices, en un mundo perfecto nos moriríamos de aburrimiento.

Siempre he pensado que la perfección es asquerosa. Si todo fuese como queremos el mundo no tendría gracia. Imaginen un mundo tan ideal que nada los sorprendiera. Es evidente que no todas las sorpresas son buenas, ni deseables, pero siempre es mejor que el mundo sea capaz de mostrarnos algo interesante. ¿No sería una mierda si perdiésemos nuestra capacidad de maravillarnos?

Y así como el mundo es un buen mundo porque es imperfecto, la gente es genial porque no es perfecta. Es curioso, por ejemplo, que las parejas siempre estén dispuestas a decir que su novio o novia son perfectos. En mi caso, amo absolutamente a mi novia... pero no es perfecta. Y eso la hace mil veces... no, un millón de veces mejor que cualquier “mujer perfecta”.

Es un poco como las cicatrices. Un cuerpo perfecto es como un papel en blanco. No tiene mucha gracia. Claro... una supermodelo puede ser atractiva, puede ser excitante y qué se yo. ¿Pero en realidad ella es un ser humano? Una vez más no me malinterpreten. No estoy diciendo que las mujeres atractivas sean todas plásticas, artificiales, etc (aunque muchas lo son). A lo que voy es que ellas solo tienen una belleza prototípica. Son como un bello objeto nada más. No hay espíritu en ellas.

Por eso adoro las cicatrices. Si una cicatriz es producto de una vivencia, de una historia, de un hecho que te marca, es una parte de ti. Sería una pena avergonzarse de la vida que uno ha vivido, sería una pena borrar cicatrices.

Me gusta la analogía que siempre se hace entre las cicatrices del cuerpo y las del espíritu. Uno debería llevar las dos con orgullo. Son como un emblema que dice “yo viví y sigo viviendo”. Claro que algunas duelen más que otras, pero estoy convencido de que si duelen es porque aún no las podemos dejar atrás. Si una cicatriz duele es porque algo le queda por enseñarnos.

Hm.... mejor no entro a hablar de las arrugas y lo que pienso de ellas o no voy a terminar nunca esta entrada. Además dudo que a alguien en la red le interesen estas divagaciones. Bueno... la red es grande, quizá si haya alguien por ahí.

Vivan sin miedo a las heridas y respeten las marcas que el tiempo les dará. Quizá lleguen a amar sus vidas.

1 Comments:

Blogger Miguel A. Fuentes Buchholtz said...

es interesante lo que escribes, y siempre ahi alguien, siempre, y si no, es porque no tengo tiempo en ese momento jejejeje ;) saludos!

11:26 a. m.  

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